Es interesante como el mindfulness utiliza las ciencias para dar soporte a sus efectos sobre el cuerpo y la mente. Esto la ha hecho atractiva para los académicos, personas que muchas veces consideramos materialistas y poco espirituales.
El mindfulness nos demuestra que la ciencia no está para nada desligada de la espiritualidad, es solo una herramienta que nos permite entender el complejo funcionamiento de nuestro organismo.
Así mismo al entender mejor cómo funcionamos nos volvemos compasivos y más amables hacia nosotros mismos, a la hora de cuestionarnos de por qué somos así o si deberíamos hacer tal o cual cosa porque la sociedad nos lo ha dicho. Entender nuestra naturaleza y la forma en la que hemos evolucionado abre la puerta a que hay oportunidades de mejora en nuestra gestión de emociones, en nuestras reacciones y que podemos llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos, en búsqueda de mayor bienestar.